Beloved People of St. Luke's:
During these last several months, our eyes have been opened to the persistent and structural reality of race inequality in our community and country. In Long Beach as elsewhere, African Americans are dying at disproportionate rates from the Novel Corona Virus. In Long Beach as elsewhere, people have taken to the streets in sorrow and outrage at the murder of George Floyd by a Minneapolis Police Officer wondering how many black men and women must be murdered or incarcerated before we acknowledge the inherent racist biases of our society. As Rabbi Sharon Brous stated in her June 2nd letter to her faith community in LA, “Some are guilty, All are responsible.” Five years ago, the General Convention of the Episcopal Church identified racial reconciliation as a top priority and directed each congregation and every Diocese to commit to a study and the creation of an action plan to address systemic racism. Few in our church have responded to this mandate. Now is the time for St. Luke’s to respond. Our city is suffering as people take to the streets to protest conscious and unconscious racial biases in policing, criminal justice, immigration, healthcare, education, and employment practices. And, while we enjoy being a racially, linguistically, and culturally diverse congregation, assumptions about our Episcopal tradition and its worship, symbols, and structures result in St. Luke’s remaining a Eurocentric, English language dominant congregation. The Prophet Jeremiah lamented, “They have treated the wound of my people carelessly, saying ‘Peace, Peace’ when there is no peace.” (Jer. 6:14) Now, in this Pentecost season, it is time for us as people and a parish to be disrupted by God’s Holy Spirit, which burns away impurity, blows apart the powers and principalities, and inspires us with new visions and dreams. And so, we invite our St. Luke’s Community from youngest to oldest and from “every tribe, people, language, and nation” to hear God’s word anew as we explore how God might have us “do justice, love kindness, and walk humbly with our God.” (Micah 6:8) Now is the time for us to reject systems and structures that undergird white privilege and perpetuate racial inequity, to seek to understand the race-based premises that have for 400 years choked the foundational freedoms on which the United States was built, to examine our own selves and our church to uproot persistent cultural and racial biases, and to commit ourselves to an action plan that allows us to become more fully the beloved community inaugurated by Jesus. In the weeks ahead, we will invite all of us to commit to a time of learning, relationship building, and deep conversation about race. Whatever your fears or weariness may be, please say yes to the invitation so that this wilderness time might lead us to God’s promised land: “For I am about to create new heavens and a new earth,” says our God. (Isa 65:17; Rev 21:1) The Reverend Jane Gould, Rector The Reverend Nancy Frausto, Associate Rector Elizabeth Hutchinson, Senior Warden Ryan Mascorro Blazer, Junior Warden |
Amado Pueblo de San Lucas:
Durante estos meses pasados, nuestros ojos han sido abiertos a la realidad persistente y estructural de la desigualdad racial en nuestra comunidad y país. En Long Beach como en otras partes, las personas afroamericanas están muriendo de manera desproporcionada a causa del virus novel corona. En Long Beach, como en otras partes, personas han salido a las calles en medio del dolor y la rabia por el asesinato de George Floyd de manos de un oficial de la policía de Mineapolis y se preguntan cuantas personas afroamericanas más deben ser asesinadas o puestas en prisión para que podamos reconocer los prejuicios raciales inherentes de nuestra sociedad. Como el Rabí Sharon Brous afirmó en su carta del 2 de junio a su comunidad de fe en Los Ángeles, “Algunos son culpables, todos son responsables”. Hace cinco años, la Convención general de la Iglesia Episcopal identificó a la reconciliación racial como una prioridad mayor y ordenó a cada congregación y a cada Diócesis a comprometerse a estudiar y crear un plan de acción para lidiar con el racismo sistémico. Pocos han respondido a esta orden. Ha llegado el tiempo para que San Lucas responda. Ahora que las personas salen a las calles a protestar los prejuicios conscientes e inconscientes de la policía, la justicia, la migración, el sistema de salud, la educación y las prácticas de empleo, nuestra ciudad está sufriendo. Y, aunque disfrutamos ser una congregación racial, lingüística y culturalmente diversa, presunciones acerca de nuestra tradición episcopal y sus rituales, símbolos y estructuras terminan en que San Lucas siga siendo una congregación eurocéntrica y que el inglés sea el idioma dominante. El profeta Jeremías se lamentaba, “Tratan por encima las heridas de mi pueblo; dicen que todo está bien, cuando todo está tan mal” (Jer. 6:14). Ahora, en esta temporada de Pentecostés, es el momento para que nosotros como pueblo y parroquia seamos movidos por el Espíritu de Dios, que quema las impurezas, derriba los poderes y principalidades, y que nos inspira con visiones y sueños nuevos. Así que invitamos a nuestra comunidad de San Lucas, desde las personas jóvenes hasta las personas mayores, y de “cada tribu, idioma y nación” a escuchar de manera nueva las palabras de Dios al explorar juntos las maneras en que Dios nos llama a hacer justicia, ser fiel y leal y a obedecer humildemente a Dios (Miqueas 6:8). Ahora es el momento en que rechacemos los sistemas y estructuras que apuntalan el privilegio de las personas blancas y que perpetúan la desigualdad racial, para intentar comprender las premisas basadas en la raza que por 400 años han sofocado las libertades fundamentales sobre las cuales este país fue construido, para examinarnos a nosotros mismos y a nuestra iglesia para desarraigar los prejuicios culturales y raciales persistentes, y para comprometernos a un plan de acción que nos permita llegar a ser cada vez más la comunidad de amor que Jesús inauguró. En las semanas que vienen, las y los invitaremos a que se comprometan a un tiempo de aprendizaje, de fortalecimiento de relaciones y conversaciones profundas acerca de temas raciales. A pesar de sus temores o preocupaciones, por favor diga sí a esta invitación para que este tiempo en el desierto nos pueda llevar a la tierra que Dios nos ha prometido: “Miren, yo voy a crear un cielo nuevo y una tierra nueva,” dice nuestro Dios (Isaías 65:17; Apocalipsis 21:1). Reverenda Jane Gould, Rectora Reverenda Nancy Frausto, Rectora Asociada Elizabeth Hutchinson, Guardián Mayor Ryan Mascorro Blazer, Guardián Menor |